¡Hola de nuevo!
Como adelanté al final de mi segunda entrada, vamos a ver de qué manera podemos decorar una peana sin quedarnos cortos o pasarnos con la emoción.
En líneas generales, y dejando de lado la arena, se puede decorar una peana con vegetación, nieve, «elementos escenográficos» (es decir, piedras y elementos de construcción como columnas, paredes, etc.), o hasta con «restos del enemigo» o reliquias. Hasta donde llegue la imaginación.
Aunque sea de sentido común, si al terminar de decorar la peana no somos capaces de ver la miniatura o hay que buscarla, evidentemente nos hemos pasado. También sucede al revés, ver a tu flamante miniatura recién pintada (con todo ese rato que le has dedicado) sobre una superficie de plástico negro… como que no, ¿verdad?

No podemos perder la perspectiva nunca de qué es lo que pintamos. Estamos hablando de miniaturas, y eso es justo lo que tenemos que ver cuando cogemos una. Si además la peana es capaz de realzar el detalle y/o contextualizar a la miniatura, el resultado será espectacular. No olvidemos que no sólo pintamos, también componemos una escena. Pero la peana es el acompañamiento, el actor secundario, una herramienta mas para hablar del protagonista, nunca al revés.
Componer la escena es poner la miniatura elegida en su peana con una simple base de arena. Con eso ya decimos dónde está el protagonista, si el terreno que pisa es seco o húmedo, si es alienígena o exótico, etc. Es el nivel básico.

En el momento en el que ponemos algo de vegetación, añadimos algo más de información, como por ejemplo si es vegetación quemada, seca, frondosa, etc. La escena se enriquece ligeramente. Es sencillo, un «básico 2.0». La forma más popular por ser económico y sencillo de encontrar es el césped electrostático, el pelito verde de toda la vida. ¿Cómo se aplica? Pues también muy fácil: un poquito de cola blanca sin diluir en las zonas en las que queremos que haya verde y voilà. Luego soplamos sobre la peana para descartar el exceso que no se ha pegado y hemos terminado. La nieve se manipula exactamente de la misma manera que el césped electrostático, y aunque viene también en forma de pelos (blancos), al ser mucho más cortos a veces no lo parece. Importante: aseguraos de soplar fuera del recipiente donde guardáis el césped o la nieve. Cuando no lo hagáis entenderéis por qué.

Otra forma de poner algo de pequeña vegetación es una que viene en forma de pequeños penachos con base autoadhesiva, ya lista para pegar sobre la peana terminada. Esta opción la estoy usando mucho, queda muy bien y es muy realista. También os digo que no me fío mucho del autoadhesivo que trae y le añado una minimicro gotita de cianocrilato («superglue») debajo antes de pegarla. No es culpa del pegamento que trae, sino de la superficie en la que lo quiero pegar, normalmente rugosa. Por supesto, hay un montón de colores y longitudes diferentes, dependiendo de la marca.

Efectivamente, esos pequeños penachos de los que te acabo de hablar también te los puedes hacer tu. Coge un pincel viejo (una muy interesante segunda vida cuando ya no nos sirve) , corta las cerdas por la base y ponle una gotita de cianocrilato (te recomiendo que tengas el bote preparado antes de cortar). Cuando esté seco, después de unos segundos, ponle una segunda gota y pega el penacho en la zona de la peana que quieras. Si eliges esta opción de pequeños penachos o matorrales para tu peana te recomiendo que los pintes, para que no sean siempre del mismo color (un lavado de tinta de un color que te guste podría bastar). El pincel también lo puedes comprar, pero tu sabrás lo que te quieres gastar en hacer penachos para una peana…

Pasamos ahora al siguiente nivel de composición: elementos arquitectónicos. Muros o paredes son muy recurrentes por su impacto visual, ya sea en fantasía, ciencia ficción, histórico o contemporáneo, variando el acabado en función de la temática, la época o nuestros gustos personales. Una manera muy típica para hacer esos muros es usar corcho, muy barato y con un rollo tienes para todos tus ejércitos y los de tus hijos. (O para cuando los tengas). Según el grosor, podrás usarlo tal cual o tendrás que pegar dos pedazos entre sí para que el grueso sea el adecuado, depende de lo que compremos. Yo lo prefiero más bien fino porque me da mas juego, aunque tenga que estar pegando trozos entre sí cada dos por tres.

Es muy importante dar una capa de cola blanca sin diluir en toda la superficie de la «pared» con el objetivo de disimular el trazado del corcho y que tenga apariencia más o menos lisa. El trozo de corcho se puede colocar en horizontal respecto a la peana, en vertical, combinado con otros elementos… ¡imaginación al poder! Por ejemplo, yo uso pedacitos de clips para representar los hierros de los cimientos asomando por los restos de hormigón o asomando entre los ladrillos… El pintado normalmente es mejor hacerlo con pincel seco y algo de «chipping». Si eres novato, ya veremos más adelante como se hacen estas técnicas. En miniaturas de infantería normal, los pedazos de corcho suelo ponerlos sueltos, solos, lo justo para adornar y contextualizar. Si la peana es lo suficientemente grande, así como la mini que va en ella, puedes recrearte un poco más y añadir algunos elementos, como por ejemplo palos de «chupachups» cortados que simulen tuberías rotas o canutillos más grandes en función de lo que tengamos entre manos. Los tubos de las bolsitas de las cacas de los perros son muy buenos para peanas y escenografía en general.


Otro tema muy recurrente para peanas es el de «restos de enemigos» o «enemigos vencidos». Al igual que con las manchas de sangre, esta opción es muy delicada, porque es muy fácil pasarse y que quede forzado, nos encontramos con un difícil equilibrio. Si optamos por este modo, os recomiendo que seáis comedidos, sólo un poquito (aunque evidentemente es cuestión de gustos). Si queremos poner un resto del enemigo es mejor poner algo discreto y, sobre todo, bien integrado: si vamos a poner un soldado (por ejemplo) de una facción enemiga tal cual y lo vamos a tumbar en la peana con nuestro soldado encima, estaremos haciendo algo obvio y redundante. Muy poco elegante y, para mi gusto personal, feo. A la hora de pintar un ejército es mejor ir dejando pequeños restos aquí y allá con piezas sueltas como un casco en una peana, una hombrera en otra, y así sucesivamente. Algo que sugiera. Y el pintado también debería estar integrado: aplicar un poco de pincel seco al aplicárselo a la peana bastará.

Por último, podemos decorar nuestras peanas con pequeños restos de nuestra escenografía. Aunque también se deben usar con moderación, dan algo más de juego. Si se hace «con arte» puedes poner bastantes cositas, pero tampoco conviene emocionarse.

Me gustaría remarcar que estoy refiriéndome a ejércitos o colecciones de diversa cantidad de miniaturas. Estas reglas no escritas son muy diferentes cuando hablamos de pintar una miniatura única, suelta, especial. Pintar una miniatura para un concurso, una clase o para nuestro gusto personal te permite el lujo de hacer peanas mucho más elaboradas porque, al ser una sola miniatura, éstas adquieren mayor importancia. A continuación pongo una foto de ejemplo, de @merlinsmagicworkshop (Instagram).

Podéis ver que la peana cuenta por sí misma una historia. Es una peana escénica perfecta para un concurso, y con el héroe correspondiente encima, la escena quedará soberbia. Evidentemente, es excesiva si pretendemos ponerlo todo en una peana de plástico para jugar. Imaginad lo que supondría mover eso por el campo de batalla, o iniciar un asalto… No sería una opción, ciertamente.
Bueno, creo que en líneas generales es todo lo que tenéis que tener en cuenta a la hora de hacer peanas para vuestras minis. Sobre todo los rookies. Se pueden hacer algunas cosas más, las veremos todas en un futuro. Por ejemplo, con plasticard y sustitutivos.
¿Cómo las hacéis vosotros? ¿Cuál es vuestro estilo favorito? Mandadme vuestras mejores piezas a dosdieciseisblog@gmail.com y las compartiremos en mi próxima entrada 🙂
¡Gracias y un saludo!